Un par de científicos de la costa este se conocieron y se enamoraron por su interés en investigar el barro, años antes de producir un artículo que cambiaría la forma en el que el este de Estados Unidos lleva a cabo la restauración de ríos.
Aunque controvertido entre los expertos en lodo, su trabajo ha creado ecosistemas de ríos y arroyos florecientes que se asemejan a los estados precoloniales de vías fluviales pantanosas, ecológicamente diversas y con bancos bajos: Un gran cambio con respecto a los arroyos serpenteantes de altos bancos cubiertos de juncos que a menudo vemos hoy.
Dorothy Merritts y Robert Walter, dos científicos que comenzaron a trabajar juntos como compañeros, terminaron produciendo un artículo de investigación “rompedor de barro” como marido y mujer.
Su trabajo mostró que casi todos los arroyos y ríos en el este de los Estados Unidos son en realidad víctimas de la manipulación de la era colonial que enterró ecosistemas fluviales resistentes y complejos bajo metros de sedimento.
Si bien este descubrimiento puede parecer el trabajo de toda una vida de excéntricos especialistas científicos, para ser debatido en la más oscura de las revistas y aulas, las implicaciones del mundo real podrían ser enormes para la construcción fluvial y las compañías de seguros contra inundaciones.
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Enterraron sus manos en el lodo
Dorothy Merritts, de 62 años, es geomorfóloga en el Franklin & Marshall College de Pensilvania, después de una larga y aventurera carrera en el campo, decidió cambiar su enfoque en 2002 a las preocupaciones por la erosión del sedimento en los ríos de las tierras agrícolas locales.
En un viaje de investigación, sus estudiantes sacaron una foto de un banco de seis pies de altura de capas laminadas de lodo del río Little Conestoga en Pensilvania.
Merritts con el tiempo le mostraría la foto a su futuro esposo Robert Walter, de 69 años, también geomorfólogo de F&M, quien estaba seguro de que el lodo se había depositado en aguas tranquilas, originadas por una presa o un lago, más que por el fluir de una río.
Efectivamente, después de viajar a Little Conestoga, encontraron los restos de una presa de molino del siglo XVIII río arriba, un tapón artificial en el río que habría canalizado el agua para alimentar un molino de granos.
“Nuestros datos, así como mapas y registros históricos, muestran en cambio que antes del asentamiento europeo, los arroyos eran pequeños canales ramificados dentro de extensos humedales con vegetación que acumulaban poco sedimento pero almacenaban una cantidad sustancial de carbono orgánico”, explicaron Merritts y Walter en su artículo de 2008 que recibió más de 750 citas y muchas críticas de compañeros entusiastas del barro.”
Posteriormente, de 1 a 5 metros de sedimentación de aguas estancadas, detrás de decenas de miles de presas de molino de los siglos XVII al XIX, enterraron los humedales pre-asentamiento con sedimentos finos”.
Una Industria Billonaria
Su descubrimiento les valió un poco de críticas con otros geólogos fanáticos que argumentaron que la evidencia les dio una pulgada y tomaron una milla. Sin embargo, para las empresas del sector privado y las agencias gubernamentales locales, el descubrimiento significó que podrían estar desperdiciando millones en proyectos que serían eliminados si las inundaciones empujaran toneladas de “sedimentos heredados” acumulados alrededor de las presas, hacia ríos recién excavados.
A medida que las agencias ambientales estatales y los terratenientes privados comenzaran a aplicar las conclusiones de Merritts y Walter, el mercado decidiría el resultado de los debates que se habían desencadenado en revistas como Science y Nature, tras su descubrimiento. En 2011, un terrateniente de Pensilvania, Joe Sweeney, contrató a una empresa de restauración de ríos para descubrir por qué los árboles que plantó a lo largo de una sección de Big Spring Run que atravesaba su propiedad no podían sobrevivir.
Walter y Merritts, junto con sus estudiantes, cavaron pozos y determinaron que varios metros de sedimentos heredados impedían que los árboles llegaran al agua subterránea. Juntos decidieron intentar que Big Spring Run volviera a ser lo que Walter y Merrits imaginaban que sería antes de que los europeos llegaran al continente.
Después de más de dos años de planificación y asistencia de las agencias ambientales locales y federales, 22.000 toneladas de lodo fueron removidas de un tramo de cuatro kilómetros cuadrados del río.
Debajo, fue revelado el suelo, negro y húmedo, de una era pasada.
En sólo un año, Big Spring Run fue un paraíso ribereño de tortugas pantanosas, gansos y árboles centrados alrededor de un río de banco bajo que se derrama lentamente sobre un área pantanosa que contiene el triple de carbono secuestrado que antes, y eso no tiene que regenerarse después de cada tormenta severa.
Los exámenes posteriores sobre la eficacia económica de la restauración de Big Spring Run encontraron que era 16 veces más rentable que las estrategias comparables.
El amor de Walter y Merritts por el barro y el uno por el otro ha reorganizado las perspectivas de los ríos de todo el país, y sus métodos se han aplicado en estados fuera del Atlántico medio, donde las represas de molino eran más comunes, como en Kentucky.
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– Traducido al español por Aletheia Jurado