Científicos de Nueva Zelanda acaban de realizar un descubrimiento asombroso, encontrando que el cerebro tiene sus propios sensores de presión arterial, y dicen que esto puede guiar los tratamientos para la demencia, la presión arterial alta, las migrañas y una docena de otras condiciones.
Por décadas, los científicos sospechaban que el cerebro tenía su propia manera de monitorear y regular su propio flujo sanguíneo, separado del sistema de presión arterial del resto del cuerpo, pero hasta ahora no habían podido comprobarlo.
El cerebro necesita más presión arterial que ningún otro órgano en el cuerpo, con la finalidad de satisfacer la alta demanda de oxígeno de las neuronas, por lo que tiene sentido que tenga su propia forma de amortiguarse ante las fluctuaciones de presión en el resto del cuerpo.
Ahora, una investigación en colaboración que involucra científicos de la Universidad de Auckland, la Universidad College de Londres, y la Universidad de Bristol son los primeros en identificar los sensores de presión dentro del cerebro.
La investigación en animales, encontraron sensores, pequeñas células llamadas astrocitos, estratégicamente aplastados entre los vasos sanguíneos y las células nerviosas en el cerebro de las ratas. Cuando los investigadores estimularon estas células, el flujo sanguíneo al cerebro incrementaba.
Julian Paton, PhD de la Universidad de Auckland en la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, miembro del equipo de investigación, explica: “Estas células astocitos son excesivamente sensibles a la reducción de flujo sanguíneo en el cerebro. Cuando el flujo sanguíneo se reduce, liberan una señal química a las células cercanas para que éstas aumenten la presión, restaurando el flujo sanguíneo en el cerebro.”
Los investigadores dicen que este descubrimiento puede llevar a potenciales nuevos abordajes de tratamiento para numerosas enfermedades asociadas con la presión arterial baja. Desequilibrios en la presión arterial son una conocida causa de varias enfermedades; por ejemplo, una presión baja prolongada puede causar problemas cognitivos, demencia y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
“Lo que hemos descubierto es que el cerebro tiene una manera automática de asegurarse que la presión arterial en esta parte del cuerpo sea preservada. Desafortunadamente, en condiciones patológicas, esto ocurre generando presión arterial alta en el resto del cuerpo,” dijo Paton, PhD.
“Nuestro descubrimiento sugiere que reducir la actividad en estos sensores astrocitos podría ser una manera de reducir la presión arterial en aquellos con hipertensión (presión arterial alta). Podría ser también una manera de combatir las migrañas y los infartos cerebrales. Por otra parte, sensibilizar estas células puede mejorar las condiciones en la demencia, al mejorar el flujo sanguíneo.”
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Alexander Gourine, PhD y colaborador de la Universidad College de Londres dijo: “Estamos muy emocionados con este descubrimiento; nunca había existido una descripción formal del flujo sanguíneo o de los sensores de presión en la superficie del cerebro.
Nuestros datos identifican a los astrocitos como sensores de la presión sanguínea en el cerebro y son críticamente importantes para ajustar los niveles normales de la presión sanguínea sistémica (arterial) y al hacerlo se aseguran de que el cerebro reciba suficiente cantidad de oxígeno y nutrientes que ayuden a crear un flujo de información ininterrumpida en esta maquinaria de procesar información”
Este estudio fue publicado en la prestigiosa revista Nature Communications.
Reimpreso de Universidad de Auckland
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– Traducido al español por Aletheia Jurado