En lo que comenzó como un experimento y se convirtió en el mayor éxito de su tipo, un proyecto de restauración de pastos marinos en el sureste de Virginia está demostrando la capacidad de recuperación de los ecosistemas marinos cuando se les da la oportunidad de recuperarse.

NOAA

Un grupo de científicos marinos y voluntarios esparció más de 70 millones de semillas de pasto marino en una parcela de 200 hectáreas en el extremo sur de la costa este de Virginia. Dirigido por el Instituto de Ciencias Marinas de Virginia y con la ayuda de The Nature Conservancy, el proyecto ha crecido a más de 3.600 hectáreas (8.896 acres), lo que lo convierte en la restauración de pastos marinos más grande del mundo.

En perspectiva, este proyecto emblemático de praderas de pastos marinos frente a la costa de Gales usó 750.000 semillas para crear una pradera de cinco acres.

Durante los 20 años que llevó crear el mega ecosistema de 3.600 hectáreas en Virginia, los científicos han podido ver el proceso desde la infancia hasta la edad adulta. Han estado documentando cada detalle, cada paso del camino, a fin de sentar las bases del conocimiento para la restauración generalizada de pastos marinos en todo el mundo. Esto es importante porque los pastos marinos no son sólo un buen hogar para los peces; también puede ayudar al planeta.

Si bien a veces se hace referencia cariñosamente a la selva amazónica como los ‘pulmones del mundo’, la combinación de masas de materia vegetal en descomposición y malas condiciones del suelo significa que su potencial de almacenamiento de carbono es en realidad menor que el de otros ecosistemas forestales, como la Taiga en Rusia por ejemplo.

De hecho, más que cualquier bosque terrestre en su potencial de absorber CO2 y nitrógeno de la atmósfera son los ecosistemas marinos costeros como manglares, bosques de algas marinas, marismas y praderas marinas.

Según el artículo 10 Reasons to Hope de WWF, los pastos marinos pueden capturar carbono 35 veces más rápido que incluso las selvas tropicales, pero como actualmente cubre solo el 0,2% del lecho marino, el potencial para utilizar más pastos marinos como compensación de carbono es esencialmente ilimitado.

Belleza y Resiliencia

En las lagunas costeras de Virginia, donde los científicos han estado trabajando, no ha habido pastos marinos desde la década de 1930, cuando una enfermedad y un huracán los aniquilaron.

Desde que el equipo ha estado sembrando semillas de pastos marinos, han notado una resistencia sorprendente en el ecosistema. Aunque una ola de calor marina destruyó varios prados en el curso de su investigación, sólo les tomó tres años recuperarse en la vida vegetal, mostrando su sorprendente resistencia.

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La resiliencia es su (y nuestra) gran fortaleza en un clima cambiante, ya que se ha descubierto que los lechos de pastos marinos maduros secuestran 1,3 veces más carbono y 2,2 veces más nitrógeno en sus raíces y el suelo que los rodea que los lechos de pastos marinos jóvenes.

3.000 toneladas métricas de carbono, el equivalente a las emisiones de 653 automóviles conducidos durante un año, y 600 toneladas métricas de nitrógeno fueron secuestradas cada año por las praderas del proyecto en la marca de los 20 años.

Había forma y función en los lechos de pastos marinos, medida por la calidad del agua y la vida animal. “Fuimos testigos de una disminución sustancial en los niveles medios de turbidez durante los meses de verano desde que se inició la restauración dentro del prado”, explica el estudio.

A la pérdida de las praderas de pastos marinos le siguió el abandono de la zona por parte del ganso brant y la pesca comercial de vieiras.

“En mis primeros años aquí, no había pastos marinos y no los había durante décadas”, dijo Karen McGlathery, ecóloga costera de la Universidad de Virginia en Charlottesville a Science News. “Hoy, hasta donde puedo nadar, veo prados frondosos, rayas, algún que otro caballito de mar. Es bonito.

“En el futuro, los pasos que lograron este éxito espectacular podrían replicarse, dicen los investigadores, en otras áreas del país donde una vez florecieron exuberantes ecosistemas de pastos marinos, como la Bahía de Biscayne en Florida.

“A medida que el mundo se asienta en la era del Antropoceno y las agencias reguladoras de todo el mundo buscan conservar y recuperar valiosos servicios de los ecosistemas, nuestro estudio proporciona un ejemplo positivo de que las restauraciones marinas exitosas son posibles en las escalas que contribuyen directamente al bienestar humano”, lee el estudio.

“Aborda los entregables clave para el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas (2021-2030) y el Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, incluida la recuperación de un hábitat marino amenazado, la conservación de la biodiversidad, la provisión de hábitat y el secuestro de carbono”.

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– Traducido al español por Aletheia Jurado

 

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